Las narrativas chocan, se colisionan, estallan unas con otras en el espacio idealizado, infinito, desmaterializado del internet. La violencia persiste, sólo que en forma de hackeo, de software con acceso libre al cuerpo, de ultravirus que instaura patrones y modos de vida cada vez más convencionales y estandarizados. Así, el cuerpo performa al algoritmo, aconductándose y sometiéndose a los nuevos estándares o "la nueva normalidad", de un capitalismo decadente que sobrevive a través de monstruos tecnológicos globales.
9:16 es una acumulación y un reflejo de discursos autoritarios y tecnocráticos, de neocolonialismos y neo-violencias que habitan el internet y permean los cuerpos en frente de la pantalla. Esta intervención en el espacio público, que proyecta el trabajo de 10 artistas, en la pantalla vertical del estadio el Campín refleja nuestras estructuras jerárquicas. Esta acumulación caprichosa, se pregunta por las procesiones interiores, las guerras cibernéticas individuales, las segmentaciones cada vez más disgregantes del algoritmo, las noticias (falsas) del día y, sobre todo, lo que queda por fuera de estas categorías.